Jaco Pastorius y la revolución del bajo eléctrico

Autor: Alonso Degert

Hay personas que llegan al mundo y verdaderamente marcan la diferencia, logrando plasmar a través de su arte, una visión única, diferente e innovadora. La perspectiva desde la cuál Jaco abordó el bajo eléctrico y los lugares a los que lo llevó, abrieron un panorama inmenso de posibilidades nunca antes vistas. 
John Francis Anthony “Jaco” Pastorius III, nació en Pensilvania, pero desde muy pequeño, su familia se mudó a Florida, donde realmente se crio. Su padre era un cantante de swing y Jaco desarrolló una gran pasión por la música, escuchaba obsesivamente la radio de Florida, que ofrecía una diversidad musical muy amplia en relación a radios locales de otros estados. Así fue como desde niño tuvo la oportunidad de escuchar música de muchos lugares del mundo. Particularmente le interesaba la música cubana y el jazz.
Durante la mayor parte de su carrera tuvo un fiel acompañante, su bajo Fender Jazz Bass 1962 apodado por él mismo “Bass of Doom”. La peculiaridad de este instrumento, es que los trastes habían sido removidos por el mismo Jaco, con un cuchillo de cocina, para hacerlo fretless, tratando de emular un poco el sonido de un contrabajo. Antes de su Bass of Doom, Jaco había tenido un contrabajo a los 17 años, pero entre la falta de cuidados y el clima húmedo y caluroso de Florida, terminó quebrándose todo.
Fue un personaje importantísimo en la escena musical de los años 70 y 80. Trabajó con grandes músicos de jazz como Pat Metheny, Herbie Hancock, John McLaughlin, Chick Corea y Wayne Shorter entre muchos otros. Formó parte de Weather Report, la banda más reconocida de jazz en aquel momento. También grabó y tocó para la famosa cantante y compositora Joni Mitchell. En aquel entonces, la industria musical tenía a Jaco en un pedestal. Es considerado por muchos, el “Jimi Hendrix” del bajo.

Además de ser un gran showman , Jaco desarrolló un estilo único de composición e interpretación. Tocaba de manera virtuosa, trajo colores nuevos al mundo del bajo eléctrico con líneas melódicas que parecían emerger de la nada elevándose al cielo como pirotecnia, sofisticadas atmósferas y complejas armonías. Indagó profundamente en el universo de los armónicos y los hizo parte de su estilo y su inconfundible sello. El funk corría por su sangre como en pocos se ha visto y llevó este instrumento a un nivel de protagonismo que no tenía antes.

Pero la vida de Jaco no fue un cuento de hadas, hay un lado obscuro en este relato. Jaco tuvo también una historia de abuso en el consumo de drogas, alcohol y un desequilibrio mental que fue en aumento. En algún momento lo diagnosticaron con síndrome bipolar y pese a varios intentos de su familia y sus amigos por ayudarlo para sacarlo del obscuro túnel en el que estaba, al final terminó viviendo en la calle, durmiendo en los parques. 
En aquella época, fue que un día le robaron su bajo mientras dormía y nunca lo volvió a ver. Jaco murió a los 35 años a causa de una golpiza en la calle. La historia de un genio que estuvo en la cima y terminó sumido en un lugar donde nadie quisiera estar.

Fue hasta muchos años después que su familia logró recuperar el bajo de Jaco, que estaba en manos de un coleccionista, gracias a la ayuda de Robert Trujillo, bajista de Metallica, quien se declara uno de los más grandes fans de Jaco. Además de recuperar el bajo, Trujillo produjo un documental sobre la vida de Jaco que vale la pena ver, lo pueden encontrar en YouTube. 

Más allá de si les gusta o no su estilo y su sonido, lo que es importante reconocer, es que fue un parteaguas en la historia del bajo eléctrico, un genio que cambió los paradigmas y dejó un legado sumamente valioso.



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